sábado, 3 de septiembre de 2011

Pensamientos mojados

Según se comenta, todos y cada uno de nosotros tenemos un lugar en especial en que llegamos a ser uno con nuestro yo interior. Un lugar en que nos encontramos tan seguros que desvanecemos todas y cada una de las barreras que hemos levantado para que el mundo exterior no pueda hacernos daño. Ese lugar puede ser una cama, una playa, un banco de un parque... Cada uno de ellos cumple siempre la misma condición: nuestra mente llega a ese clímax en que predomina un pensamiento sobre el millón de semejantes que ahí están acomodados día a día.

En mi caso hay dos lugares por excelencia en los que dejando la mente totalmente en blanco aparecen mis verdaderas, llamémoslas, preocupaciones. Y aún si cabe, siendo más estrictos en la búsqueda de un solo lugar, para mi, ese retiro físico sería la ducha.

El único problema, que como si de una carta manuscrita se tratara, hay veces que no solo te recorren las mejillas el agua caliente que, a presión, sale disparada del grifo. En muchas ocasiones notas ese toque salado llegando a tus labios. Esas ocasiones, más que nunca, tus pensamientos, están mojados.

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